¿no te hace acordar a cuando eras chiquito?

Agustin Poletti

El sábado fui a ver “Un lugar a donde ir” de Mariela Vita en la galería NN de La Plata. Encandilada por las luces led rosas divisé a Agustín balanceándose en el columpio. Parecía rememorar algo. Curiosa, le pregunté en qué pensaba y me contó un montón de anécdotas, algunas de su niñez, otras de una infancia imaginada en Tokio. Lo vi tan copado que lo invité a que me lo mandara por escrito.

Un recuerdo y el éxtasis de terminar algo para ir a lo próximo. Subo acá para tirarme por allá, entro acá para sentarme allá, termino de ver esto para balancearme sobre aquello. 

Sofía Dourron es la curadora de esta muestra que busca indagar en el espacio como terreno patente en la memoria. Es entonces que se construye un puente de recorrido intuitivo hacia un lugar de distracciones y recreos. 

Al entrar a la sala me choco con gente que espera en fila para subir la escalera y así deslizarse por el caño: me entretengo viendo cómo tod*s piensan formas de tirarse y festejan cuando se animan a hacerlo. Es la primera vez que Mariela le da un destino a las escaleras que construye: ya no son más parte de un sueño surrealista al que le buscás sentido, sino que ahora tienen un fin específico y palpable. Hay cierta sensación de tranquilidad al recorrer este universo sin necesidad de un bagaje o conocimiento previo para saber cómo habitarlo. La intuición toma protagonismo y funciona como un eje sustancial. Cuando subo por la escalera, la única forma de bajar es deslizándome por el caño; y cuando entro al cuartito que está debajo, me puedo quedar sentado viendo un video o irme por el mismo lugar por el que entré. La percepción reemplaza la búsqueda de comprensión y los movimientos y acciones se tornan ahora en algo más sencillo.

Hospedada por la galería de arte NN, la muestra está iluminada con luces led rosas y cerrada en sí para que no haya ninguna referencia al afuera. La sala se conforma como una antítesis de su exterior, un centro de manzana oscuro rodeado de edificios, ruido platense y espacios abandonados. El desborde vegetal va tomando un segundo piso en ruinas y conforma un escenario gótico que contrasta con los límites definidos, los colores puros y las estructuras controladas de adentro. 

Mayumi Miyawaki 1936-1998 Blue Box House, Tokyo, Japan

Lejos se está de una tradición que remite a un canon artístico establecido hace siglos, de una pintura enmarcada y colgada en una pared. Vita hace uso de esta instalación para generar un refugio que problematiza estructuras establecidas y aborda una crisis habitacional latente. Así, se configuran formas de hierro sobre un muro, potenciando las diversas referencias: casas de Mayumi Miyawaki y Yasuhiro Yamashita y edificios de Jacques Herzog y Pierre de Meuron son ahora personajes de una misma aldea. Estas figuras están en juego directo con los colores y tensionan la seriedad, mudándose a la Fantasía-Vita y convirtiéndose en residentes. 

¿Quiénes me observan? El podio ubicado en una esquina funciona como una zona para ver la escena en su totalidad. Las diferentes voces se superponen por el eco, que devuelve, escupe y retumba cada palabra y el accionar de tod*s. Pero mediante los ojos que se encuentran en la pared, la sala es ahora la que observa los diferentes movimientos de los demás. Otra perspectiva tiene el personaje de cemento, quien se asoma y espía desde lo alto, posado en un agujero de la pared. 

Me quedo un rato y veo que much*s hacen lo mismo: hay en los diversos elementos muchas formas de habitarlos. Una hamaca colectiva que se balancea diferente si lo hace con una o dos personas, pesas amarillas que dan lugar a un posible entrenamiento grupal. Veo gente que usa la lengua del gato para taparse y abrigarse y otr*s que la usan para recostarse sobre ella.

Sobre el piso blanco, el paso humano ayuda a que los papeles triturados se escapen de los límites pensados. Así, estos se conforman como restos de un desorden inevitable, donde lo una vez contenido se desprende de su intención principal y se amiga con las nuevas funcionalidades. En su fantasía, Vita se apropia de los espacios conocidos de forma tal que construye en ellos múltiples posibilidades y permite que diferentes tipos de personas puedan habitarlos. Un lugar a donde ir trae reminiscencias de una infancia inocente, que recorre los espacios con la fascinación de conocer algo nuevo. Esas casas de amig*s que siempre te parecieron increíbles por lo divertidas que eran. ¿No te hace acordar a cuando eras chiquito? me pregunta Mariela.

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