El sábado fui a ver “Un lugar a donde ir” de Mariela Vita en la galería NN de La Plata. Encandilada por las luces led rosas divisé a Agustín balanceándose en el columpio. Parecía rememorar algo. Curiosa, le pregunté en qué pensaba y me contó un montón de anécdotas, algunas de su niñez, otras de una infancia imaginada en Tokio. Lo vi tan copado que lo invité a que me lo mandara por escrito.