siempre bauhaus, nunca inbauhaus

Facundo Lopez

El 20 de septiembre se inauguró en el Museo Provincial Emilio Pettoruti la exhibición “Bauhaus archivos locales”, una muestra que traza líneas de contacto entre experiencias locales y la escuela de la Bauhaus. Facu López recorrió las paradas de la muestra y nos comparte sus impresiones como arquitecto.

Hace unos trece años, un docente de Historia de la Arquitectura 3 se envolvía hablando de temas que caían como novedad en un incauto estudiante de fines de carrera. Preguntaba, con las manos y con la voz, de dónde le venían al arquitecto finlandés Alvar Aalto esos intereses por el diseño exhaustivo de todos los elementos de su arquitectura. Cuál era la filiación a la que tributaba, en la que la atención por la psicología del usuario se convertía en requerimiento ineludible. El docente esbozaba en el pizarrón el lavamanos del Sanatorio para Tuberculosos en Paimio, Finlandia, obra de la primera etapa de Aalto. Estaban diseñados especialmente para que la caída del agua de la canilla, según contaba el docente, al gotear por efecto de la fatiga de la goma o por un giro incompleto de la llave, sucediera sobre una superficie lo más cóncava posible, evitando el plop plop plop que enloquecería a los tuberculosos en cada habitación. O la envoltura de yute en los picaportes de la Municipalidad de Saynatsälo, que evitaban a quienes entraran al edificio el gélido, incómodo contacto con el metal. Esa filiación, el docente exigía que entendiéramos, provenía de los contactos bauhaus de Aalto. Había ahí, en todos esos ejemplos y muchos otros que incansablemente daba, una invitación a pensar en orígenes, influencias, genealogías. Ese docente era Pablo Szelagowski, profesor en la Facultad de Arquitectura de la UNLP y actualmente una de las caras visibles del colectivo THAT FAU, que engloba los talleres de Teoría, Historia y Arquitectura, y que junto a estudiantes y curadores organizó la muestra bauhaus archivos locales en el Museo Provincial de Bellas Artes, abierta del 20 de septiembre al 20 de octubre.

Bauhaus archivos locales renuncia desde el principio a intentar construir un relato lineal sobre las relaciones entre lo local y lo bauhaus. Se trata, en cambio, de una serie de miradas, de investigaciones personales, de proyectos o de elaboraciones de estudiantes de la carrera de Arquitectura que, desde algún aspecto, tocan o se relacionan a la temática bauhaus. Se organiza en una serie de paradas, cada una exhibida en conjuntos de paneles: el primero se refiere a obras de arquitectura en Argentina (construidas o no) que establecen vínculos proyectuales con el entramado bauhaus. Es el caso del ignoto arquitecto Alejo Martínez (h), hacia la década de los ‘30 en la ciudad de Concordia. También el conocido Pabellón Ariston de Marcel Breuer en Mar del Plata, eterna ruina moderna que espera su quimérica restauración. Llama la atención un hallazgo particular, cercano a nuestra geografía: el edificio principal de la Estancia El Destino, en Punta Indio. Quienes hayan ido a pasar el día a la reserva habrán encontrado, frente a una explanada de césped, ese edificio enigmático, de formas puras, blancas, con volúmenes que se articulan de acuerdo a los requerimientos funcionales de los programas que alojan. Un edificio que extrañamente renuncia a la monumentalidad. Cuesta encontrar cascos de estancia que sean un alegato a la modernidad, por lo general de arquitecturas que se debaten entre lo vernáculo y lo pintoresquista. Los Pearson, en la década de los 30, se hacen erigir su palacete moderno, y eso es en sí todo un posicionamiento. Es de valorar el estudio –creo inédito- que se muestra en bauhaus archivos locales, que incluye un relevamiento con plantas, cortes, volumetría y una maqueta de la casa.

La segunda parada muestra una serie de ejercicios desarrollados en los talleres de THAT FAU donde les estudiantes incorporan técnicas, estrategias y modos de representación bauhaus para reinterpretar obras de arquitectura argentina. 

La tercera serie es una mirada sobre la figura todavía no muy estudiada de Mario O. Casas, artista visual platense miembro del grupo Arte Concreto junto a Puppo y Rollié. Además de un recorrido por su biografía y algunas fotografías aportadas por sus hijos y su nieta (arquitectes todes), se disponen una serie de obras escultóricas y pictóricas que revelan los contactos del artista con la Escuela de Ulm y el arte concreto.

La cuarta parada pone la mirada sobre el fotógrafo Joseph Tokayer, alumno de la Bauhaus de Dessau y que a partir de 1937 se instala en Buenos Aires. Se seleccionaron una serie de imágenes que ilustran su devenir desde Alemania a Argentina.

En quinto lugar, aparecen las diferentes versiones del proyecto que The Architects Collaborative, el estudio que funda Walter Gropius en Nueva York, realiza junto a Amancio Williams para la Embajada Alemana en Buenos Aires. La mirada se ubica aquí sobre una de las cinco versiones preliminares del proyecto, que nunca fue construido. Se trata de una suerte de “rascasuelos” enterrado, una vivienda para el embajador que no interfiere en el parque público en el que se implanta, generando una serie de patios enterrados a través de los cuales la casa respira. Apenas se expresa hacia arriba con una cubierta de hormigón armado, pariente de los famosos paraguas de Amancio. Una joya de proyecto que anunciaría toda una familia de arquitecturas enterradas en la producción arquitectónica argentina, como el primer premio (nunca construido) del concurso para el Parque Saavedra del estudio Solsona en 1965 o la obra internacional de Emilio Ambasz.

La sexta parada profundiza en la relación entre Walter Gropius y la Argentina, a través del establecimiento de su colaborador Franz Möller en nuestro país, a efectos de abrir una sede de su oficina. El resultado es una serie de casas que recuerdan al existenzminimum, algunas de ellas construidas en el área metropolitana y de las que no queda nada salvo el dibujo de sus plantas y alguna que otra foto en revistas de arquitectura.

La última parada refleja, a modo de cierre, otras exposiciones bauhaus en nuestro país, como la que organizara en la década de los 60 el entonces intendente Miguel Blas Szelagowski en el Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata, la realizada en 2007 en el Marq de Buenos Aires, o la que se llevó a cabo en 2018 en el Museo de Artes Decorativas de esa ciudad. La del Museo Provincial se piensa, entonces, como hija (en el caso de los Szelagowski la analogía es literal) y continuadora de esas otras. Sobre las vitrinas, en el centro del salón de la exposición, bajo la presencia de una estructura tubular que organiza el espacio y que recuerda a alguna de las exposiciones pasadas, aparece una serie de documentos, libros y catálogos que completan lo exhibido en paneles y que invita a la apertura y participación de instituciones como la Biblioteca de la FAU-UNLP y el Centro de Arte Vigo.

Más allá de este collage bauhaus, sale a la luz en la muestra la importancia de la articulación entre docentes, investigadorxs y estudiantes, en la búsqueda de maneras no tradicionales de pensar la arquitectura y la manera en que esta se abre hacia otras disciplinas. Es una posición que busca iniciar el camino en los circuitos expositivos formales mayormente dominados por las artes visuales. Tanto los arquitectos intentando romper algunos límites autoimpuestos sobre su campo de acción y las posibilidades expositivas de sus producciones e investigaciones, como la colaboración con galeristas locales, instituciones y museos, amplían la perspectiva habilitando estos cruces tan necesarios.

Entre aquel docente que armaba árboles genealógicos modernos y esta muestra, las posibilidades del adjetivo bauhaus en la historia de nuestra arquitectura han ido generando investigaciones, debates e intereses que, ojalá, seguirán dándose en ámbitos académicos y también expositivos, haciendo aparecer vástagos bauhaus incluso en estancias perdidas entre talas y molles.

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