en el interior, el corazón late

Delfina Zarauza

A partir de la pregunta por lo que sucede en otras ciudades del país, nos pusimos en contacto con Delfina Zarauza. Ella nos cuenta sobre la escena artística de Las Flores, al tiempo que interroga y conmueve algunas de las representaciones frecuentes en torno al “interior”.

El Interior, ese mundo al que creemos adentrarnos cuando abandonamos las ciudades capitales y empezamos a hundirnos por las curvas de la ruta 3. Pensamos en una vuelta al pasado, en recuperar la tradición, un reencuentro con lo propio, lo no contaminado por la posmodernidad globalizante.

Así son las representaciones culturales que se han instalado sobre las ciudades pequeñas de la provincia de Buenos Aires. Miradas que promueven dudas entre aquellas personas que viven allí y buscan proyectarse como artistas ¿Qué puedo hacer en estos lugares? ¿Dónde voy a mostrar lo que hago? ¿Quiénes me van a venir a ver? ¿Con quiénes comparto mi obra? ¿Con quiénes dialogo sobre el arte que produzco, sobre el arte que pienso?

Yo nací en Las Flores, una ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires. Aunque actualmente no vivo allá, viajo con frecuencia. Sé lo que está pasando en su escena artística y no veo en ella esta representación de los pueblos provincianos que circula en el imaginario colectivo. Han surgido proyectos, eventos y espacios gracias al trabajo realizado por florenses que se ilusionaron con la idea de pensar que ahí se puede generar un arte actual, que dialogue con estéticas y problemáticas que hoy preocupan y pisan fuerte en el campo artístico; y lograr constituir un público interesado en ellas entre los habitantes de la comunidad.

Hoy me encuentro con una pata adentro y otra afuera de esta ciudad, pero me animo a escribir esta nota y contar mi mirada sobre esta escena, tratando de demostrar que Las Flores no es un lugar detenido en el tiempo sino que está en contacto con el mundo, dialogando y participando de él.

Algo que ya tiene historia

Las pretensiones de apertura y visibilidad del arte florense no son novedades de los últimos años. Ya a principios del 2001 un grupo de personas que se desempeñaban como artistas o tenían interés en este tipo de actividades, sintieron la necesidad de abrirse canales en el mundo del arte, entrar en contacto con lo que estaba sucediendo en otros lugares, acercarlo a Las Flores, agitar el avispero de la ciudad y poner a circular nuevas ideas para renovar y actualizar los discursos estéticos que venían desarrollándose allá. Estos intereses comunes los unieron, permitiendo constituirlos como grupo, y los embarcó en el proyecto común de instalar un centro cultural, La Despensa Cultural, un espacio propio que les permitiera sacar de los talleres y las salas de ensayo las producciones de artistas locales, hacerlas visibles, compartirlas con el resto de la comunidad. También habilitaron un lugar donde podían hacer rancho artistas de otras ciudades, creando así un puente con personas y experiencias de diversos paisajes.

Esto no significa que, antes de La Despensa, en Las Flores no ocurriera nada. Había algunos espacios donde se desarrollaban actividades culturales y artísticas (como el Departamento de Cultura de la Municipalidad, o centros tradicionalistas de danzas folklóricas), pero yo veo en este centro cultural un punto de inflexión con lo anterior. Pienso que fue la primera vez que Las Flores se pensó en escalas más amplias, desafiando sus propios límites, proyectándose en un circuito artístico provincial y, podría arriesgar, nacional.

Este espacio se mantuvo abierto hasta el 2009 aproximadamente, experimentando varios cambios en el transcurso de los años; cambiaron sus miembros, se modificaron sus propuestas artísticas, perdieron su espacio, entre otros vaivenes que con frecuencia se dan en los proyectos colectivos. Pero para ese entonces algo se había trastocado.

Ya no todo era homogéneo, empezaron a aparecer matices: nuevos actores intentaban participar del contexto artístico florense. Este cambio movilizó conflictos y disputas ¿entre lo nuevo y lo que ya estaba, entre lo “viejo” y lo “joven”? Los vínculos se redefinieron, la legitimación de las prácticas artístico-culturales se dificultaron porque en este proceso comenzaban a participar más personas y no todo era tan armónico y claro. Empezó a problematizarse sobre el papel que cumple el Estado en relación al desarrollo cultural local, cómo pensar la independencia y la autogestión, que políticas culturales deberían llevarse a cabo. Yo creo que esta experiencia introdujo nuevas ideas, problematizó sobre situaciones, generó rupturas y sentó ciertas bases que permitieron abrirle el camino a la diversidad de ofertas con las que hoy cuenta Las Flores.

¡Mirala hoy!

Las cosas no surgen de la nada, y algo de todo ese maremoto que se dio en los primeros años del siglo XXI sembró algunas semillas que están dando sus frutos en la actualidad. Las mentalidades de los agentes artísticos se modificaron, la heterogeneidad ya no resulta extraña, se tomaron posiciones, frente a los antecesores y los sucesores, pero también frente a los propios compañeros de ruta. Las prácticas se repensaron, se buscaron nuevos caminos, los proyectos cambiaron o se consolidaron; fueron tomando fuerza, adquiriendo reconocimiento y aceptación dentro de la comunidad.

El grupo Del Borde Teatro es un ejemplo. Hernán Verteramo y Paula Echalecu armaron su sala de teatro independiente luego de dejar La Despensa en el 2003. ¿Dónde? En el living de su casa. Ellos organizaron y diseñaron su vivienda para poder instalar un escenario que hoy cuenta con planta de luces, equipo de sonido y camarines. Todo eso conviviendo con los juguetes de su hija, el trasfondo de su casa, el olor a cotidianeidad que se filtra por las paredes. Es que uniendo su vida con el teatro fue como estos dos egresados de la carrera de Actuación del IUNA lograron concretar su proyecto y poder vivir de él.

MAPA Espacio de Arte es otro caso parecido. María Montorfano y Matías Caputo empezaron a probar la gestión y realización de muestras de artes visuales en las paredes La Despensa con artistas locales y de afuera; camino que comenzaron a recorrer junto a Eduardo Dubor, fotógrafo florense que ya había organizado tiempo atrás una salita de exposiciones en su laboratorio fotográfico. Luego del 2005 remodelaron y acondicionaron una casa abandonada para instalar ahí una galería de arte. Hoy MAPA Espacio de Arte cuenta con una sala de exposiciones, un patio de esculturas, una trastienda y una biblioteca. Organiza muestras periódicamente, gestionan la comercialización de las obras de artistas que forman parte de su staff, ofrecen cursos y te invitan un café.

La murga Desentonados por la Resaca, dirigida por Fabian Pallero y Marisol Viceconte, también puso primera en La Despensa, pero luego migraron hacia otro lugar: un playón ubicado en los predios del parque que bordea la vieja estación ferroviaria. Así iniciaron una historia propia, y hoy ya son un clásico florense. Desde hace más de diez años, este colectivo artístico-musical se junta todos los fines de semana a ensayar a cielo abierto, entre las vías del tren, los viejos galpones abandonados del ferrocarril y la plazoleta aledaña a estas infraestructuras, donde varios florenses vamos a descansar la semana, reunirnos con amigos, practicar patinaje y skate. Eligieron el espacio público para convivir con la mateada y las facturas de domingo, y compartir lo que hacen con la comunidad.

Me atrevo a decir que hay cierta revalorización patrimonial en estas nuevas formas de habitar los espacios, donde se les da un nuevo uso, se los reaviva, se construye una nueva identidad. Algo que también podemos ver en los ciclos musicales “Al rojo vivo” y “Folklore para escuchar” donde, con el apoyo de la gestión municipal, empezaron a organizarse conciertos en el Salón Rojo de la Municipalidad. Artistas reconocidos de afuera venían a tocar a la ciudad en un ambiente íntimo y cercano, compartiendo charlas con los habitantes en las previas y los post del show.

¿Y con los músicos y bandas locales? ¿Qué pasó? Un fenómeno que considero interesante para resaltar en esta nota es la movida que se armó desde las bandas locales de rock. A falta de espacios para tocar, los músicos se juntaron. San Patrick bar fue el punto de encuentro. Ahí empezaron a organizarse, a armar sus fechas, salir a publicitarlas, construirse un público. El contraste entre estas dos propuestas artísticas llama mi atención ¿acaso no se hace presente algo de lo under y lo oficial en esta interacción? ¿Entre una oferta legitimada desde el ámbito institucional y una propuesta independiente que busca abrirse camino?

Pero no solo aquellos a los que he denominado como “los nuevos” son los que producen cosas en Las Flores. Hay actividades artísticas que se iniciaron previo al 2000, tal vez en los 90  o incluso antes, y hoy siguen vigentes. Como es el caso de Susi Rizzo en la Comedia y Miguel Polito dirigiendo el Coro, ambos pertenecientes al Departamento de Cultura de la Municipalidad. Durante varios años han venido generando obras, ofreciendo conciertos y armando espectáculos a pesar de los cambios experimentados tanto dentro como fuera del grupo. Creo que algo interesante que se produce en estos espacios de tanta trayectoria es la interacción que se da entre los integrantes de los grupos, conviviendo diferentes generaciones con miradas distintas del mundo, pero todas asociadas al desafío de armar algo en conjunto.

Este es un poco el paisaje artístico que yo percibo en Las Flores. Algo así como una ensalada de fruta: diversa, poco homogénea, donde se mezclan los sabores; por momentos, unos tapan a otros, pero todos los ingredientes están tratando de decir presente y hacerse visible en el contexto cultural local. Y tal vez sea ese sueño que tiene cada agente de formar parte de esto lo que le ha dado fuerza a la localidad, permitiéndole desafiar el lugar de periferia, ponerla en diálogo con otros sitios y convertirla en un punto de interés dentro de un circuito artístico nacional.

 

Autor

Comments

comments

1 comentario

  1. Delfina: tuve la suerte de trabajar en teatro con tu papá, el inigualable Manolo en la Comedia Municipal y eso me remonta a muchos años atrás, donde desde la Dirección de Cultura se creó primero el Taller de Teatro impulsado por dos profesoras de Letras, Lily Toma y Ely Sachet, quienes llevaron a sus alumnos a pisar las tablas de un escenario para que no se olviden de ellas y jamás las dejen… También hicieron teatro desde la Biblioteca 25 de Mayo un grupo de florenses que dejaron las primeras huellas para que este arte que te atrapa no se pierda. Sería muy largo contar todo lo que hubo en nuestra querida ciudad, pero que todos sepan que en los pequeños pueblos también pasan cosas…

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *