Además de ser lugares para que las palomas se posen o caguen, los monumentos situados en las ciudades tienen, para Ariel Barbieri, la pretensión de que el pasado se convierta en un expediente cerrado que guarde la ilusión de una referencia y nos exima de la necesidad de recordar. A partir de las masivas manifestaciones contra el racismo y la violencia policial, llevadas a cabo en diferentes partes del mundo luego del asesinato de Georges Floyd, muchas estatuas y monumentos de figuras relacionadas con el colonialismo y la esclavitud fueron intervenidas, decapitadas o volteadas. Acciones que, si bien no son inéditas, actualizan los debates y las disputas acerca de qué es lo que se conmemora y celebra en los relatos oficiales. Historia y memoria, pero también ética y estética.