Poner en palabras una posible configuración de la escena de arte contemporáneo en Benito Juárez resulta un desafío. No sólo por tratarse de un intento por derribar los imaginarios peyorativos que giran en torno a los pueblos –sintetizados acaso en la idea de letargo–, sino también por el ejercicio fecundo que significa pensar, organizar y poner en común las dinámicas locales. Personalmente, empecé a advertir mejor el movimiento local cuando me encontré viviendo en otra ciudad. Ser juarense en La Plata significó la mayoría de las veces un link con otrx juarense que se dedicaba a la música, al teatro, a la pintura. Desde afuera se trazaban referencias, se construía otro imaginario sobre lxs que somos de acá, más vinculado a la acción que a la quietud. Hoy hace un año que estoy viviendo nuevamente en Juárez, mirando lo conocido con ojos nuevos, interviniendo desde la gestión y participando como espectadora de todas las movidas posibles. De las experiencias enmarcadas en esta pertenencia actualizada se asoma esta configuración, sin ánimos de ser absoluta ni acabada.
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Desde tiempos pretéritos se han realizado diferentes eventos que agitaron el desarrollo del arte en la ciudad, no obstante, algunos casos recientes parecen arrojar luz sobre la escena actual. En 2011, a partir de la iniciativa de un grupo de estudiantes de carreras afines al arte y al diseño, se conformó el colectivo No Te Duermas. Sus actividades realizadas en El Sombrerito pusieron énfasis en el hacer: se trató de talleres intensivos, gratuitos y abiertos, que abordaron distintas disciplinas: pintura, cerámica, stop motion, teatro, murga, entre otros. Estas jornadas autogestivas generaron inquietudes entre lxs juarenses e impulsaron otras actividades.
Ese mismo año, se organizó el Encuentro Latinoamericano de Muralismo. En esa oportunidad, llegaron artistas de todo el continente para desarrollar la producción de gran formato en la Plaza Independencia y extenderla por las calles e instituciones educativas. Con esto, además de persistir el acento en el hacer, se pudo advertir que la ciudad era terreno fértil para generar acontecimientos artísticos y propiciar intercambios.
Otra experiencia más cercana en el tiempo es la V Fiesta Provincial de Teatro Independiente (2015), que tuvo lugar en distintos escenarios de la ciudad: además de El Sombrerito, las más de veinte obras participantes se llevaron a cabo en el centro cultural Atilio Marinelli y el Galpón Joven, ambos espacios municipales.
Ahora bien, concentrando la mirada en las artes visuales, resulta oportuno preguntar: ¿qué tipo de obras se producen en Juárez y en qué contextos? ¿Por qué lugares circulan y quiénes las consumen?
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El primer impulso que puede observarse proviene de la educación formal: existen en la ciudad dos escuelas secundarias orientadas en arte. Una de ellas, el Instituto Pedro Díaz Pumará, cuenta con la modalidad específica de Artes Visuales. Asimismo, como parte de una tradición local, lxs estudiantes secundarixs de todas las escuelas se congregan anualmente en la “Semana del Estudiante”, momento en el cual participan de competencias en distintos lenguajes, entre los que se cuentan la realización de diversas escenografías para danza y teatro y de los decisivos muredones murales colectivos. Estas aproximaciones posiblemente originen algo de lo que se anticipó al principio del texto: resulta significativo el número de juarenses que luego de egresar migran a las grandes ciudades para dedicarse al arte, tanto en un marco universitario como en espacios alternativos.
En lo que respecta a la exhibición de artes visuales, son sumamente eclécticos los espacios que la fomentan. El Museo del Militante “Eva Duarte de Perón” ha recibido exhibiciones colectivas de docentes de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP. También Memobar, en conjunto con la radio Estación Play, suele incorporar a sus propuestas nocturnas muestras esporádicas bajo el nombre de multiarte: desde pintura de caballete hasta tatuaje en vivo. En lo que respecta al ámbito público, más precisamente en la terminal de ómnibus, se encuentra el Espacio “Enrique Vitar”, dedicado a la fotografía y vinculado al Juárez Foto Club. El ya mencionado Galpón Joven, de procedencia ferroviaria, fue recuperado en 2014 por la Dirección de Juventud Municipal. Actualmente muestra en su exterior más de una decena de murales de artistas locales y alberga al proyecto Pasando la vía, que aborda distintos lenguajes artísticos en clave socioeducativa.
Las calles también son lugares de emplazamiento de las artes visuales. Entre ellas, las esculturas de Ricardo Argüelles, los murales de Iñaki Martínez, los grafitis de Acción Poética Benito Juárez en el barrio Pachán; en el marco de otro proyecto comunitario, Despertando Palabras. Las prácticas que involucran a los cuerpos para producir sentido son menos frecuentes, pero igualmente tienen lugar en el espacio público. Un ejemplo de esto es la intervención colectiva convocada por el grupo feminista Encuentro el último 8 de marzo y realizada, a modo de Siluetazo en la plaza central.
En este contexto, a partir de la inquietud personal de intervenir, surge la Sala de Exposiciones Temporales de Arte, una iniciativa alojada en las instalaciones de la Asociación Popular de Cultura y dedicada a las producciones contemporáneas. SAETA, además de ser una sigla, significa, entre sus múltiples acepciones, flecha. Se trata de un intento por seguir conectando lo que pasa en otros lados con lo que pasa acá y viceversa. En el afán de sostenerse en el tiempo, la iniciativa consta de un programa anual que se alterna entre recibir muestras de otras ciudades y generar proyectos curatoriales locales. En lo que va de 2016 se realizaron dos exposiciones que llegaron desde La Plata: Apilado Ritmo Urbano, la instalación del grupo Modular, y Tráficos gráficos, la exhibición de los libros de artista de Impresopormi. Por consiguiente, lo próximo será de artistas juarenses: en lo inmediato, una propuesta conjunta de Sebastián Aladro y Emanuel Reichert; posteriormente, una selección de obras de Ricardo Conte. Llevar adelante este programa es posible gracias a la hospitalidad de la Asociación, al apoyo de la Dirección de Cultura y al compromiso de los comercios locales que hacen de auspiciantes, permitiendo que el acceso sea gratuito. En cuanto al público que asiste, se vuelve más provechoso reflexionar sobre cómo mantenerlo y ampliarlo, que pretender definirlo apresuradamente. Con este propósito, se incluyen actividades con escuelas y talleres intergeneracionales.
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Podemos decir, entonces, que Juárez no se encuentra en un estado de reposo. Por el contrario, viene construyendo un movimiento propio como sede anfitriona de distintos acontecimientos culturales, en comunicación con lo que sucede en otros lugares: no sólo se reciben propuestas externas sino también se produce localmente. En el campo de las artes visuales, la producción en ámbitos formativos presenta una impronta decididamente disciplinar. Además, se multiplica en formatos comunitarios. En cuanto a la exhibición, la ciudad cuenta con variados espacios que se adaptan para mostrar tanto obras tradicionales como contemporáneas. Desde mi perspectiva, esta escena heterogénea se encuentra en intensa construcción. Para que se fortalezca, será necesario seguir apostando a la continuidad de los proyectos.