¿para qué necesitamos la memoria del 2001?

Marina Feliz

2001 fue un año bisagra en la historia argentina. Marcó la construcción de una nueva subjetividad política signada tanto por las ideas de asamblea y participación, como por la reinvención de parte del repertorio de la protesta social. Todo ese año la Universidad Nacional de La Plata se vio inmersa en un clima de lucha por el presupuesto, con facultades tomadas durante meses, grandes asambleas y una potencia creativa desbordante. 15 años después, un equipo de investigación de la UNLP encara la construcción de un archivo de memoria colectiva sobre esas luchas. Desde boba charlamos con Marina Féliz para indagar sobre esta experiencia entre activación y archivo.

boba: ¿cuándo algo pasa a ser objeto de memoria? ¿cuándo es necesario un archivo?

MF: En realidad, este debate no se dio al interior del grupo de manera teórica sino que surgió a raíz de un acontecimiento espontáneo que se dio en Facebook en torno a la publicación y circulación de un archivo personal de fotos de las marchas de antorchas de 2001 subido por una de las integrantes del equipo, en el marco de la primera movilización de docentes universitarios a principio de este año -2016- por reclamos salariales. Estas fotos digitalizadas generaron una repercusión que nos sorprendió por el nivel de detalles de los recuerdos en los comentarios y la cantidad y variedad de personas que parecían conectar con esas imágenes. Para nosotros, este acontecimiento fue un detonante para gestar el proyecto para la Bienal de la UNLP “BUAyC”. Lo leímos como un primer ejercicio de memoria colectiva que se dio de forma orgánica a partir de imágenes digitalizadas de 15 años atrás, las cuales se revelaban como objetos de memoria reciente potencialmente activables. Este episodio nos llevó a su vez a repensar la pregunta sobre para qué un archivo. No se trataría tanto de cuando un objeto pasa a ser objeto de memoria sino quién y para qué se genera el archivo. Como dice Leonor Arfuch “¿quién necesita la identidad?”, para nosotros en este caso ¿quién necesita la memoria? Siguiendo este pensamiento, la memoria sería algo que “construimos” como narrativa colectiva. Entonces, armar un archivo colaborativo sería un ejercicio de memoria y un recurso socialmente disponible que deberíamos poder activar cuando lo necesitamos. Como en el actual contexto de marchas frente a un nuevo recorte al sector público.

boba: ¿cómo intervino la Facultad de Bellas Artes? ¿qué repertorio puso en juego?

MF: Una primera memoria colectiva de estos reclamos circuló al interior del grupo, constituida por materiales que nos hicieron llegar los propios protagonistas. Sobre todo fotos pero también objetos, relatos, partituras, carteles. Esto nos permitió empezar a vislumbrar el repertorio de la protesta social y la reinvención de herramientas comunicación/visualización que la conformaron. Constatamos que las marchas de antorchas por la educación pública retomaron, ampliaron y movilizaron el circuito tradicional de las marchas estudiantiles en la ciudad de La Plata, que dibuja una recorrida por las calles 7 y calle 8 saliendo de plaza San Martín y pasando por el rectorado de la UNLP, junto a otras prácticas locales como la quema de muñecos al final del recorrido. Lo que agregó esta protesta, en particular la Facultad de Bellas Artes (FBA), fue una inmensa producción artística para las marchas que se gestó durante la toma. La FBA funcionó durante esos meses como “factoría” y espacio de creación colectiva por la lucha en defensa de la educación pública: se activaron cátedras paralelas y grupos de producción en los distintos talleres de grabado, pintura, cerámica, escultura, escenografía, música, diseño que generaron una diversidad de manifestaciones que le aportaron el toque singular a la protesta desde el arte. Algunos de estos grupos articularon sus producciones en torno a la narrativa de Rebelión en la granja de George Orwell (1945) por lo que circularon, junto a las antorchas, animales de todo tipo y forma, como chanchos, toros, gorilas, burros y políticos. Luego de conseguir lo producido y conectando con el contexto nacional, concluimos que lo que sintetizó esta protesta en 2001 fue un sentir de época de re-corte y crisis de lo público que de alguna manera anticipó desde La Plata lo que sería luego, en diciembre, el argentinazo y la forma de protesta callejera generalizada que lo caracterizó.

boba: ¿cómo pensaron el archivo y el mapeo de estas experiencias? ¿hay un proceso de “Longonización” de este tipo de intervenciones?

MF: El “mapeo colectivo”, construido a partir del “archivo colaborativo” obtenido en la primera etapa del proyecto, nos pareció una herramienta adecuada para convocar a la comunidad a realizar un nuevo ejercicio de memoria sobre las marchas de antorchas por la educación pública, durante la jornada de taller asignada por la Bienal. Se puede decir que este tipo de recursos de imaginación cartográfica generan un descentramiento del sujeto artista y sus creaciones simbólicas ya que se trata de una actividad grupal, lúdica y abierta a la creación por parte del público como cómplice y partícipe necesario para que se arme el “mapa”. En lo que respecta a la trayectoria de producción dentro de nuestro equipo de investigación, esta fue nuestra primera experiencia de “mapeo” como organizadores y participantes. La línea de investigación sobre las formas del activismo artístico estuvo presente desde sus comienzos en actividades que realizamos entre 2014 y 2015: organizamos charlas y encuentros con distintos colectivos y artistas activistas de la región entre ellos Ala Plástica, Iconoclasistas, TURBA, entre otros. Desde ya, la mayoría participamos de alguna u otra manera de las marchas por la educación pública en La Plata, como alumnos de 2001 y luego como docentes de las nuevas marchas en 2016.

Esta línea de investigación, sostenida por nosotros en estos años, se dio en un contexto general favorable de legitimación de este tipo de prácticas como objeto válido de estudio dentro de la academia y otras instituciones artísticas. Es en este sentido, que debemos situar lo investigado por Ana Longoni (UBA/CONICET), quien es parte de un nodo porteño de influencia importante a nivel nacional e internacional. Sin embargo, hablar de “longonización” sería simplificar y decir que este es el único vector que ha dado legitimidad nueva a estos fenómenos dentro de la academia. A mi entender, se trata de un proceso institucional amplio, del que han participado múltiples actores desde la vuelta a la democracia a esta parte. La UNLP representa un nodo con mirada propia y de lecturas autónomas. Es desde este nodo platense, como mencionaba arriba, que nuestro equipo de investigación IHAAA/FBA buscó aportar desde su línea de investigación en relación a las prácticas artísticas activistas.

boba: ¿por qué volver hoy -2016- a retomar estas herramientas?

MF: En principio, nuestro principal motor fue el contexto de ajuste presupuestario sobre lo público por parte del nuevo gobierno nacional. En este contexto de nuevos recortes nos pareció necesario aprovechar la oportunidad que nos brindó la BUAyC para generar un espacio de reflexión al interior del equipo y hacia la comunidad educativa universitaria platense sobre la formas de construcción de la memoria de la lucha por la educación pública. El resultado de este ejercicio de memoria colectiva fue una potente circulación de recuerdos, imágenes, sonidos, acciones, y solidaridades. A lo largo del proyecto fuimos formando una cadena humana que fue pasando la antorcha a las próximas generaciones, y las herramientas de lucha desarrolladas en 2001 que se vieron plasmadas en el “mapa”. Sucede que, lamentablemente, en nuestro país la educación pública, por otro momento tan loada, cada tanto se ve amenazada por ajustes presupuestarios dentro del estado nacional que ponen en jaque la continuidad de los proyectos institucionales y en alerta a la comunidad educativa. Esperamos que estos recuerdos, re-construidos y compartidos durante el proyecto, nos activen para sostener esta lucha de la educación pública, gratuita ahora y siempre. Como decía al principio, la pregunta que nos tenemos que hacer sobre la memoria es ¿quiénes y para qué la necesitamos? Hoy, somos los actuales docentes, ayer alumnos, los que precisamos y podemos construir ejercicios como estos de memoria activa que actúen como puente y que nos devuelva lo actuado en 2001 para ser actualizado, de ser necesario, en el contexto de una nueva lucha por la educación pública.

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