No entiendo bien sobre qué debo opinar, se menciona una tercera confusión en la que Chile, por haber tenido una transición democrática más lenta, habría producido obras artísticas más radicales en relación a las protestas estudiantiles.
No podría ni afirmar ni rebatir eso: me parece un poco estéril estudiar el arte con una lógica de comparación, y pienso que en Perder La Forma Humana se aplicó un criterio de simultaneidad y afinidad.
Podría opinar sobre el primer equívoco que es pensar las muestras de arte como aptas para todo público. En particular para los niños, en cuyo nombre o interés, se regulan las conductas de los adultos: así nos reunimos entre amigos y no podemos fumar marihuana porque hay niños, ni hablar de sexo, o mostrar el sexo, o practicarlo, por caso. Inclusive tampoco podemos hablar mucho de política porque los angustiaríamos, ni contarles del pasado represivo y del presente sin futuro (en especial para ellos) que les está destinado.
Así entonces, los artistas que quieren entrar en estos temas, a veces en forma “radical” –como vos decís–, sufren episodios de censura; arriesgo que la exhibición del pene en el acto de la masturbación, tiene una connotación violenta ¿por qué será? Allí son tan puritanos los socialistas como el artista que pone nuevamente el pene como instrumento de humillación o sometimiento, en definitiva un insulto. La obra de Ferrari no es puritana, justamente en sus postulados el cuerpo no insulta, es la religión que insulta al cuerpo, según su sistema de ideas.
Desde el punto de vista de Isabel Allende –intentando imaginarlo– me hubiera resultado más insultante, como mácula en la imagen, el símbolo del precio digital o código de producto, insinuando un marketing político/histórico.
Lo cierto es que la herida de Allende nunca fue curada en Chile. Igualmente por mas insultante que me hubiera parecido, impulsar una censura siempre tiene el efecto contrario.
Cariños
ver introducción y confusiones
ver respuesta a la primera confusión por Lu Muzzin
ver respuesta a la segunda confusión por Patricio Lagos