si este piiip fuese una piedra

Maria Etcheverry

María está afilando una piedra. Es la punta de lanza de un pensamiento sobre el encierro que escarba en estos días extraños y se niega a pronunciar el sonido monocorde de las palabras viralizadas por el imperativo del #quedateencasa. En el lugar de ese piiip, desenvaina una reflexión chonga sobre el 7M y un deseo fuerte de apedrear las formas que hostigan a las existencias desviadas de la norma hetero-cis.

Hace 10 días que estoy encerrada. Soy una privilegiada, y no porque tenga casa –que quede bien claro: eso es un derecho–, no porque tenga trabajo –que quede bien claro: eso un derecho–, y no porque llegue a fin de mes –ese TAMBIÉN es un derecho–. Lo soy porque tengo una casa grande, patio y parrilla. Un lugar en donde jugar a la pelota y otro donde trabajar.

Hace 10 días que estoy encerrada. El estrés es gigante. Soy docente y no entiendo bien a mis colegas –que quede bien claro: eso no es ninguna novedad–. Estamos trabajando el doble, en plataformas del horror y con muchos jefes pero con poca o nula empatía entre nos y ni hablar con les pibes.

Hace 10 días que estoy encerrada. El cuidado parece ser la razón. ¿Quién nos cuida? ¿A quién cuidamos? ¿Quiénes cuidan en sus casas?

Hace 10 días que estoy encerrada. No puedo consumir más información. Todo me hace mal. Acuerdo con mi compañera no decir más las palabras piiip y piiiip –todes ya saben cuáles son–. No hace magia, pero ayuda mucho.

Hace 10 días que estoy encerrada. No entiendo muy bien muchas cosas de la piiip. El problema no es el piiiip. El problema es el capitalismo. ¿Acaso alguien dejó de cuidar a Techint, a las mineras, al capital concentrado?

Estoy hace 10 días encerrada. Me llega un audio mientras corto cebolla. Corto cebolla con odio y furia porque es viernes 22hs y me siguen llegando wap de trabajo. MUÉRANSE TODOS –pienso. Uy, es un montón en este contexto. Por ahí me pasé de rosca.

Hace 10 días que estoy encerrada. Escucho el audio. Me proponen escribir algo que me encanta pero que lo siento lejísimos. Paso al morrón.

Hace 10 días que estoy encerrada. Ese audio es interesante. Me propone pensar más allá de la piiip: ¿es posible? ¿Puedo escribir algo sobre el 7m, el 8m, el 9m? ¿Hay vida en este marzo más allá de la piiip? Bueno, evidentemente es muy difícil. Pongo los fideos. Acá un intento. La piiip y el piiiip siempre están presentes.

Hace 10 días que estoy encerrada. Me corté el pelo. Muy corto. Muy Carlitos, dice mi papá. Me gusta. Pero me siguen diciendo reina en el super del barrio, en plena piiip. Señor, decime por favor qué ves de reina en esta chonga lesbiana porque no lo entiendo. Seguro que trabajar le está haciendo mal.

Hace 10 días que estoy encerrada. Ah, sí, aún no lo había dicho. Es que la piiip nos obliga a hablar de la piiip y nada más. Soy María. Chonga. Hace poco que reivindico mi masculinidad. Muy poco. Porque acá sí hay un gran privilegio: pude hacer alto viaje sola y pensarme/sentirme un montón.

Hace diez (hay que cambiar de vez en cuando, así que ahora va con letras) días que estoy encerrada. Leo el hashtag en ig una y otra vez (porque claro, ahora consumo más esa mierda que antes): #ahoraquenonosven. (Acá vendría otro gran paréntesis explicando que todo piola con eso y que no es un tira piedras para romper sino para pensar a lo sumo cómo construimos –porque la piedra la tengo en la mano, aún no la tiré). Me deprimo un poco otra vez. No me sobraron fideos de anoche y no quiero cocinar.

Hace diez días que estoy encerrada y me pregunto: ¿Cuántas veces, la concha de Dios, nos ven a nosotras? ¿Cuántas veces ven lesbianas? Baldeo el patio. Hago la rutina física.

Hace diez días que estoy encerrada. Y no, no soy ni tu hermana, ni tu tía, ni tu mamá, ni tu hija, ni la nietasobrinaahijadacuñadaprimaabueladelasbrujasquenuncapudieronquemar y de quien se te cante. Limpio a fondo la cocina.

Hace 10 días que estoy encerrada. SOY. No quiero tu abrazo de familia patriarcal pinkwashing. COJO con otras lesbianas. Alguna tal vez sea tu mamá, tu tía, tu hermana, tu prima o lo que sea. Terminé una reunión de trabajo. Sí, fue un sábado. El mundo es una mierda.

Hace no sé cuántos días que estoy encerrada. Me entero por otra gente. No puedo leer. El 7m fue el día de la visibilidad lésbica. Sí, ya les dije, como nunca nos ven, nos visibilizamos todos los días, pero ese cortamos la calle y hacemos una fiesta. Porque nos llena de rabia que cuando este sistema del orto nos ve, nos asesina por ser quienes somos. Por no seguir la norma. Y hacemos fiestas, porque celebramos estar vives.

Sigo encerrada. A veces me sienta muy bien. Me siento en el balcón y charlo con la gente que pasa por ahí. El 8m también marché. Acá en La Plata. Fue raro. Otra vez estaba el kirchnerismo en una plaza (con Kicillof como orador ejem ejem llamado a las compas –¿en serio tenían que llamar a un varón-blanco-heterosexual-hegemónico-con-poder?). La izquierda marchando. Aborto legal, femicidios, lesbianas. Es domingo, bebé, le pego un rato a la pelota y si es fuerte mejor. Hay que descargar.

Seguro extienden la piiip –casi escribo esa palabra–. No me queda claro si es feriado hoy. Me lo tomo por todo el trabajo no pago que implica la docencia. 9m PARO. Viajo a capital con mi compañera. Dos amigas están allá. Estamos con ellas, a Lu la ayudamos con @elvelodelamor, un cuestionamiento bordado y colectivo al amor romántico. Ella era una rockstar del feminismo autogestivo. Empezaban las clases y paramos. Paramos las tareas de cuidado (¿acaso ser docente no es cuidar?). Tremenda marcha. ¿Se puede cuidar a quienes no ven? ¿Cómo es tu cuidado? Por ahí no lo quiero.

Día ¿? Sé que es martes porque querían que hoy trabajara y sigo en la cama. Espero que mi concubina no elegida se vaya de la casa. Necesito soledad y caminar en tetas. Medio raro en este contexto. TRANQUILÍCESE. Afloje con la yuta vecinal, que la vida es más allá del #quedateencasa. Es bastante extraño. Para nosotres, y cuando digo nosotres hablo de las lesbianas, tortas, chongas, no binaries, maricas, putos, trans, trabas, travestis y este hermoso colectivo de anormales subvertidos invertidos, la calle siempre es un peligro. Porque cuando nos ven nos incomodan, nos gritan, nos acosan, nos cagan a palos, nos matan. Esta piiip no termina nunca. Qué paradoja. Para la familia cis-hetero-patriarcal clasemediera ahora la calle también, ahora nos tenemos que cuidar colectivamente. Ahora le vecine fascista también te vigila a vos, a tu normalidad, a tu hetero compra familiar de supermercado del horror.

Seguimos de piiip por este virus de mierda, este capitalismo extractivista y este orden patriarcal. ¿Quién te cuida? ¿La policía? ¿Tu vecine fascista? ¿Ya te diste cuenta de que tus redes de cuidado son muy precarias? ¿Qué pasó con tu feminismo mujeril neoliberal estadista fascista? ¿Ya registraste la precariedad de tu consigna? ¿Cómo tiramos el patriarcado?

No sé ni qué hora ni qué día es. Ni hace cuánto que no salgo de casa. Estoy perdida. Armo el aula virtual para las clases virtuales para la #continuidadpedagógica. ¿Continuidad de qué y de quiénes? Un pibe me ve por la ventana mientras trabajo. Me pide ayuda. Necesita irse a José C. Paz. Lo echaron del hogar porque cumplió 18. SÍ, YA SABEMOS QUE ESO ES ILEGAL, pero la realidad es así de forra. Pasa la yuta. Le dice a un pibe DE LA CALLE: “descargate la declaración jurada de internet y no vas a tener problemas”. Sigue patrullando con su patrulla micrófono: #quedateencasa. Resolvimos. Esperemos que llegue bien a José C. Paz. Pienso en todos mis privilegios, en todos los derechos vulnerados de ese y tantos pibes. ¿Quién nos cuida de la yuta? 

Juntemos piedras, que cuando salgamos a la calle otra vez vamos a tener que romper todo. Porque ahora así nos quieren a todes: callades, sumises, silencioses, en nuestras casas encerrades, como siempre nos quisieron a nosotres. Ya lo dije: tengo la mía preparada.

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