bb: Si bien el festival ya tiene una historia en otros lugares ¿ Por qué se les ocurrió hacerlo en La Plata?
Anahí: El motivo que nos llevó a encarar esta tarea en nuestra ciudad fue, por un lado, reconocer la creciente variedad y cantidad de profesionales, tanto a nivel local como nacional, en contraposición con la falta de instituciones específicas que puedan dar circulación y visibilidad a este trabajo. Ni que hablar de la existencia de un circuito regional, una red de circulación del textil o del arte textil, cosa que sí existe -con sus variantes, lo cual siempre enriquece- en algunos lugares del país como Córdoba, el NOA y la Patagonia, con largas tradiciones en la valorización de los textiles, o en Capital Federal, con instituciones como el CAAT (Centro Argentino de Arte Textil) creado hace casi cuatro décadas, la Bienal de Tapiz del Museo Sívori con casi la misma duración, el Salón de Arte Textil en Pequeño y Mediano Formato del Museo de Arte Popular José Hernández con algo más de diez años, y el Salón Nacional, a partir de la incorporación de la disciplina Arte Textil. En contraposición a esto, el poco reconocimiento del arte textil como campo de producción y de investigación, tanto de la mano del diseño como del arte, pero sobre todo de este último, por ser un terreno hasta hace pocas décadas inexplorado y de gran potencialidad para el textil.
El Festival pretende funcionar en un doble sentido. En principio, como plataforma de movilidad para la experimentación, el conocimiento, el intercambio y la discusión de cuestiones y saberes en torno al arte textil, permitiendo el desarrollo y el fortalecimiento del potencial profesional de los actores, y junto con éste, la ampliación de los horizontes del campo. Y en segundo lugar, brindando a todo público la posibilidad de acceder a experiencias como muestras, charlas y talleres, de manera gratuita, en espacios ubicados en distintos sectores de la ciudad y con propuestas de índole diversa, permitiendo la construcción colectiva de sentido en torno al arte textil y a las prácticas textiles, así como también a su valorización, con la mayor igualdad de condiciones posible. Una suerte de búsqueda apuntada a democratizar el arte textil.
bb: ¿Pensás que el arte textil está ingresando en el circuito institucional del “Arte”?
Anahí: De este modo, democratizar el arte textil estaría implicando necesariamente, instituirlo. Pero instituir en el sentido de generar, de crear, de establecer ciertas categorías, especificar, definir. Y en este definir, la posibilidad del cambio y los giros a los que van dando lugar la experiencia y la reflexión colectivas. Todos podemos imaginarnos algo ante la idea de “arte textil”, desde ya. Es uno de los ámbitos tecnológicos y estéticos más primitivos y esenciales de la humanidad. Nos es tremendamente familiar. Sin embargo estamos ante una nueva situación: la expresión ha adquirido nuevas acepciones a partir de experiencias recientes y de transformaciones en nuestros modos de ver y de concebir el arte, especialmente a lo largo del siglo XX, y sobre todo, tras ciertos movimientos y rupturas durante las décadas del ´60 y del ´70. Un poli-concepto dentro del cual ha aportado mucho el campo del arte, tras una larga cadena de artistas que a nivel mundial se han ido apropiando de sus materiales, de sus técnicas y de sus aspectos conceptuales específicos para incorporarlos en sus búsquedas y propuestas, y que han derivado en la institución cada vez más contundente del arte textil como disciplina artística -si es que vale hablar en términos disciplinares-, es decir, en la apropiación por parte del arte de las prácticas textiles, y viceversa. Ambos campos, arte y textil, se han nutrido mutuamente.
bb: ¿Por qué “experiencias textiles”?
Anahí: Una de las intenciones del Festival es mostrar y dar lugar a la diversidad que lo textil o las prácticas textiles implican. De ahí el nombre “Experiencias Textiles”, pues intenta ser justo para con todo tipo de prácticas, se consideren artísticas o no. Me estoy refiriendo al arte, al diseño, a la artesanía, pero también al desarrollo científico, al desarrollo industrial, a los trabajos históricos o antropológicos, etc. Todo este tipo de “haceres” y “pensares” tiene que ver con lo textil. Me parece importante aclarar esto antes de continuar, ya que incluir el término arte junto al término textil, implica de alguna manera enfocarse sólo en algunas de estas prácticas, las que admiten el aspecto estético como parte esencial. No es pretensión del Festival excluir las otras prácticas, pero sí se puede decir que la mayoría de las actividades propuestas, tanto en Buenos Aires como en La Plata, han venido de la mano de diseñadores, artistas y artesanos, o bien de investigadores o docentes de estas áreas.
Se podría decir que al igual que sucede con el término arte, la expresión arte textil tiene distintas acepciones de acuerdo al uso que se le dé. En este sentido podemos referirnos a cualquier tipo de práctica o expresión que, contemplando el plano estético, tenga un fundamento en la materialidad, es decir la fibra como elemento básico, o en aspectos técnicos (tejido, hilado, costura, bordado, fieltrado, etc.) o conceptuales relacionados, ya se trate de producciones utilitarias como no utilitarias, industriales o artesanales, en serie o en piezas únicas y originales, de diseño o de arte, ejecutadas por profesionales o por no profesionales. O podemos referirnos también a esa reciente disciplina artística de la que hablaba antes, incorporada en el siglo XX.
bb: ¿Te parece que se reconfiguran hoy las relaciones entre lo textil, el trabajo manual y lo doméstico, pensando en ese rol que el sistema capitalista y la cultura dominante ha otorgado a la mujer?
Anahí: Lo que ocurre es que este hecho es muy nuevo, se está dando. Y en nuestra cultura occidental y poscolonial hay una idea socialmente aceptada de que lo textil pertenece a las mujeres y al contexto del hogar. Y lo cierto es que en parte es así. Desde hace varios siglos lo textil ha sido mayoritariamente -desde ya hay excepciones, y unas cuantas- practicado por mujeres, transmitido de generación en generación, y en el ámbito privado de lo doméstico, conceptos ambos –la mujer y lo doméstico– cargados de un valor negativo desde la mirada misógina y eurocentrista de la Modernidad. Es decir desde cierta concepción de arte que pretendía que lo que no fuera producido por hombres (blancos), en la Academia y según ciertos criterios y cánones, era inferior, y era considerado artesanía, como un tipo de producción subordinado al arte. En consecuencia, relegado al ámbito de lo privado, negándose su valor social, cultural y artístico e impidiéndose o al menos dificultándose su visibilidad, circulación y mayor desarrollo. Esto desde la mirada oficial de la historia. Las mujeres podríamos contar otra, mucho más feliz y terrible al mismo tiempo. En definitiva, el problema no está en la asociación en sí, pues como sabemos la historia y la cultura dan cuenta de una red de relaciones innegables en este sentido, sino en la reducción de lo textil a estas cuestiones, y por supuesto, a la carga peyorativa y el desprestigio. El problema no está en la cosa, sino en cómo se mira la cosa.
A mi modo de ver, el terreno ganado del arte textil en los circuitos académicos, no se contrapone, ni le quita -o debería quitarle- mérito al que podemos decir “tradicional” del ámbito doméstico. Sino que por el contrario, se enriquecen mutuamente. El primero, el del arte, se nutre del conocimiento y del cúmulo de sentido histórico, político y social que aporta el segundo, el doméstico; y a su vez éste, se ve favorecido con los aportes experienciales y la puesta en cuestión de aquellos sentidos y conceptos, permitiendo un despliegue mayor de las potencialidades de quien produce, un desarrollo más rico de la creatividad y en definitiva, una mayor valorización de la producción propia y de la ajena.
Aún queda pendiente un lugar dentro de los ámbitos académicos de formación, que supere la mera mención y las producciones aisladas. Un lugar particular, diferenciado, como puede ser una materia, una especialización, e incluso por qué no, una carrera, que pueda dar cuenta de las especificidades del campo, y que permita un desarrollo más profundo de conocimientos teóricos y prácticos.