Hace varios años armamos entre amigas un colectivo de intervención artística, Antiprotocolo Antifachxmachx. Un grupo, grupa, manada, marea de personas que fluimos de acuerdo a lo que va pasando en el cotidiano y los intereses en común. Hacemos de todo. El contexto represivo no logró inmovilizarnos, aunque en lo particular, me tuvo bastante preocupada durante la previa del 8M.
Esta vez, me pasó algo distinto a lo que me sucede con otras marchas o paros: ya estaba pensando en la fecha varios meses antes, discutiendo cómo sería y qué haríamos durante la movilización. Las asambleas feministas que se multiplicaron desde fines de enero fueron un gran empujón para pensar cómo seguir, sabiéndonos multitud. Sentí algo similar a lo que muchas vivimos con los Encuentros Nacionales de Mujeres: una expectativa que crece mezclada con deseos y ansias de organización porque algo muy bueno e importante está por sucedernos.
El 8 de marzo lanzamos una convocatoria para encontrarnos en la calle con tijeras en la mano, caminar junt@s, cortando y arrancando cosas durante la movilización. Invitamos a hacer un collage colectiv@ antipatriarcal para marchar haciendo lo que nos gusta y empodera. Salí de casa y me tomé el subte entre canciones a favor del aborto legal e intervenciones de varios grupos. Llegué al punto de encuentro rodeada de todo tipo de personas dispuestas a marchar y ser parte de este gran movimiento, con carteles y cuerpos escritos con distintas reivindicaciones. Aullando canciones con rimas reinventadas. Éramos muchas, muches, muchxs, muchísimas mujeres, lesbianas, trans, tranvestis, no binaries visibilizándonos en las calles.
En la esquina de Avenida de Mayo y Perú, ya con l@s chic@s recortamos, arrancamos y nos apropiamos de todo tipo de cosas. Volantes pisoteados, pedazos de cartones, propagandas horribles, una caja de huevos, cáscara de banana, una sombrilla, cintas de peligro, papeles de la marcha arrugados, un globo, un diario con una noticia de un femicidio y mucho más. Caminamos por Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio, sosteniendo dos banderas plateadas con la palabra “fantásticamente” y el dibujo de una gomera cuando vimos una pared de madera, unas vallas de algo en construcción.
El muro nos sirvió de base para armar un gran collage con todo lo que levantamos a medida que avanzamos con la marea y los carteles, afiches y fotos que nos habían dado compañer@s que no pudieron estar. Entre tod@s hicimos un despelote genial, un collage sin ninguna regla de composición ni lenguaje visual clasificable. Pegamos con adhesivo y cinta; escribimos frases como escupidas y muchas pibis que pasaron se sumaron con sus palabras: “Macri el macho que te eyaculó”, “visibles”, “pará con el pitito”, “matando al macho”, “nunca volverán a tener el placer de nuestro silencio”, “mi cuerpo mi territorio”, “el agua bendita ya no sale de tu verguita”, “derechos fundamentales”, “al violador tijera”, “no es no”, “nadie nos regala nuestros derechos”, entre otras. Nos reímos mucho de todo lo que se nos ocurría.
Cuando llegamos a la plaza, sentí un sabor amargo al ver el Congreso iluminado de violeta y decorado con banners por el Día Internacional de la Mujer. Como si se trataran de disfrazar y ocultarse con nuestros colores. ¡Pero no nos van a engañar, sabemos que junt@s estamos transformando todo y este Estado misógino que nos odia, reprime y mata es parte de lo que tiene que caer!